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Viure és un plaer (o no)

El placer de regalar

Este año he recuperado una parte del sentido de la Navidad, he recuperado un pequeño placer que tiene escondido y es el placer de hacer un regalo a alguien y que ese regalo sea justo aquello que habías pensado para aquella persona. 

Este año me decidí a hacer lista de regalos, hay cosas que es mejor planificarlas y escribirlas para luego no difuminarte, sobre todo cuando hablamos de compras, ya que no es difícil perderte en ese océano de posibilidades, colores y tallas . Dediqué un pequeño tiempo para cada persona, mi madre, mi padre, mi hermano, mi cuñada, los otros,... me quedé en blanco con mis suegros, pero supongo que eso nos pasa a todos y a todas. Estoy muy orgullosa del regalo de mi padre, cuando lo vi supe que era para él, y además me lo imagino disfrutando de él. El de mis cuñados mayores tambien estoy contenta ya que es exactamente lo que había pensado. En fin, que las cosas cuando se hacen con el corazón siempre dejan un buen sabor de boca. Lo malo es después, cuando la reacción que esperabas no es la recibida, pero eso no es culpa del que recibe si no del que da, ya que da por sentado recibir una reacción positiva sin haber preguntado a la otra persona qué era lo que esperaba. Estoy impaciente por que llegue ese día.

Cambiando de tercio, nunca había prestado demasiada atención a las tradiciones regionales, ni a si yo cumplía las que me tocaban por vivir donde vivo y el otro día hablando con una chica que ahora que lo pienso no sé ni como se llama, me di cuenta que ha veces lo que yo hago no es lo que hace todo el mundo, el 24 de diciembre no es costumbre en Catalunya. Claro, esto viene relacionado con el 26 de diciembre que hablábamos el otro día, y ahora que lo reflexiono me doy cuenta que el 24 lo celebramos en casa de mis padres y el 26 es casa de mis suegros. Las cosas tienen siempre una razón de ser. 

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